miércoles, 29 de agosto de 2012

El Abismo

-Vamos! Sueltame ya!
-No!

Ya no era posible escapar. El precipicio de la muerte, de mi propia muerte, se abría ante mis pies. A acda segundo se agrandaba más y más. Sólo él podría salvarse, escalar por las piedras y huir del gran abismo. Pero si yo no soltaba su mano, que me sostenía con fuerza, lo arrastraría a una muerte anticipada. La oscuridad nos tragaría a ambos, y yo no podía permitirlo.

Tenía miedo, ambos teníamos miedo, pero por diferentes razones.
Necesitaba soltarme.

-No te dejaré ir! O los dos o ninguno, recuerdas?
-Entiendeme!Debo hacer esto sola!

Algo pasó. Algo cambió en el aire. Algo se aflojó en su alma.
Me miró a los ojos.
Recién entonces percaté el mar de lágrimas que corría por su rostro.
Me miró a los ojos por última vez, me dió el último "te Amo" sólo con su mirada. No pronunció palabra alguna.

Cerró los ojos con fuerza...
Y me soltó.

Me fuí mirando el cielo, despidiendome de él y d emi mundo. Sabía muy bien que no iria a parar ni al cielo, ni al infierno. Iría a mi alma, esa cosa o ser (aun no estaba muy segura) que siempre intenté ignorar. O al menos, eso quería, conocerme de verdad. Siempre le tuve pánico a ese ser gigante y barbudo qje juscagía cada uno de mis pasos en falso. "Sólo YO puedo jusgarme" me dije a mi misma en mi primera confesión con un sacerdote, a los 10 años. Sigo pensando lo mismo.

En vez de sentir mi cuerpo estrellado contra unas piedras, lo primero que ocurrió fue la oscuridad. Oscuridad total y repentina. Fué como si alguien hubiese tocado el interruptor. De pronto y sin aviso.

Intentè estirar los brazos, tocar mi espalda para ver si ya habia llegado al "fin", o, mejor dicho, al suelo. Y me di cuenta que mis brazos ya no estaban. Intentè mirar mis pies, tocar mi cuerpo o mi cara. Pero ya no habìa nada, absolutamente nada.

¿Esta es mi alma?

sábado, 25 de agosto de 2012

Estare

Estaré

Estaré
cuando te falten las fuerzas
cuando de tu Amada boca
no salga más risa.
Cuando el frío de un sollozo aprisionado
te aprese la garganta,
Cuando tengas prisa.
Cuando quieras arrancar.
Cuando te persigan los ojos del fantasma.
Cuando tu voz ya no alcanza
a tapar la voz culpable
de tu humilde conciencia.

Quisiera que te dieras cuenta,
que aunque nos separen muros de concreto,
sigo a tu lado.
Quiero ser el suelo que pisas,
la camisa donde caen tus lágrimas,
el espejo que, con rabia, trizas,
el cuaderno con tus palabras íntimas,
el aliento que calma tu tormento.

Porque siempre has estado
cuando yo te he necesitado,
siempre he tenido
tu hombro invisible,
tu Amor que no se acaba,
tu atención inesperada,
tu esencia transparente.
Porque has hecho lo imposible
por sacar el odio de mi mente,
por secar mis gotas de dolor,
por apagar mi sufrimiento ardiente.

Estaré siempre,
aunque no me veas,
porque las almas
pueden mas que las distancias
y en la situación mas extraña
se forma un Amor sin palabras.